Demos un vistazo y analicemos cual es nuestro tipo de perfil, para sacarle provecho y ser competitivo en nuestra vida laboral.
Mientras somos estudiantes, todos recibimos una formación más o menos homogénea. Pero lo que nadie nos advierte es en cuál entorno laboral tendremos un mejor desempeño o rendimiento según nuestra personalidad, motivaciones e intereses, pues aunque suene palmario y cliché, somos individuos, no computadoras producidas en serie que funcionan igual en cualquier ambiente. De ahí la importancia de conocer nuestro perfil.
Por cierto que cada persona es única, pero existen patrones que permiten agruparlas según características comunes. En el caso del trabajo, y en particular de profesiones artísticas, los especialistas han definido 3 perfiles: emprendedor, ejecutivo y freelancer. Saber en qué consiste cada uno y reconocer con franqueza y objetividad a cuál perteneces puede evitarte malos ratos o pérdida de tiempo (en entrevistas psicológicas) al momento de ingresar al mundo laboral.
PERFIL FREELANCER
Existe la idea de que todo freelancer es un emprendedor, lo cual es falso. Quizás algunos lo sean, pero otros simplemente confunden la necesidad de autonomía con espíritu emprendedor. Por otro lado, algunos son freelancers a la fuerza y cuando se les invita a hablar con franqueza confiesan el deseo de trabajar en una empresa u organización, acompañados y sin tantos vaivenes.
Para Bryce Bladon, autor de The Freelance Guide 2013, existen 4 cualidades que definen al freelancer:
Valora la libertad
Funciona sin reglas, o mejor dicho, sin el protocolo de oficina. Necesita administrar libremente su tiempo y espacio. Disfruta ser “su propio jefe”.
Posee auto-disciplina
“El costo de la libertad es la responsabilidad”, señala Bladon. El auténtico freelancer es metódico, organizado, y siendo su propio jefe, define reglas y objetivos que respeta y cumple.
Se aventura más allá de su zona de confort
Comprende que las oportunidades no llegarán a su puerta, por tanto sale a buscarlas. Proactivo, sociable, audaz, trabaja conscientemente para ampliar su red de contactos o cartera de clientes, ya sea cogiendo el teléfono, asistiendo a eventos sociales o creando productos para obtener ingresos adicionales.
Puede trabajar solo
Independiente y autónomo. Se adapta y prefiere entornos aislados para concentrarse en producir. A diferencia del emprendedor o ejecutivo, no se imagina dentro de una empresa u organización, aunque fuese propia. Resistente al estrés. Es un “ejército de un solo hombre”, que acude por igual a reuniones, cobra pagos o ejecuta obras.
En cambio, Bladon advierte sobre 3 factores que harían de alguien un mal candidato para ser freelancer: los que ansían estabilidad, los que dependen de otros o los que necesitan ser “empujados” para aprender habilidades técnicas o conocimientos teóricos. Pero insiste en que estos no son defectos pero si, salvo para quien aspira a convertirse en freelancer.